lunes, 30 de julio de 2012
EL AULA INTERCULTURAL
El aula intercultural
El trabajo áulico a partir de una mirada intercultural coloca a los alumnos en una situación de alteridad, debido a que los problemas propios de la existencia de diferentes culturas que habitan en un mismo territorio, emergen y dejan a la luz preconceptos y juicios de valor negativos intrínsecos de una cultura sobre otra, habitualmente de la dominante sobre la dominada. De ese modo, abordar la diversidad étnica, socio-cultural desde esta problemática, colabora a desentrañar esos estereotipos relacionados a los diferentes pueblos, lenguas y culturas que se transmiten a través de un discurso cristalizado y que se transfieren de generación en generación.
La enseñanza abordada desde este enfoque tiene entre sus propósitos suscitar el respeto y la comprensión entre grupos de diversas costumbres culturales, religiosas, lingüísticas ya que promueve una mirada desde los Derechos Humanos en lo referido a las particularidades culturales, lingüísticas y religiosas de los diferentes grupos humanos que cohabitan en sociedades multilingües y multiculturales como nuestra provincia.
En esa perspectiva hay que tener presente que los conocimientos y las prácticas sociales que determinan la idiosincrasia de cada grupo humano, son propios y característicos de ese grupo. Ello significa que no son naturales y transferibles automáticamente en el encuentro con otro grupo socio-cultural-lingüístico y que ciertos tipos de aprendizajes y conocimientos pueden ir en detrimento de otros, de una cultura a otra.
El lenguaje ocupa un lugar central en esa definición y caracterización de la identidad de cada grupo humano, debido a que la relación que se establece entre la cultura, el pensamiento y el lenguaje, construye socialmente aspectos propios de cada pueblo.
Seguir leyendo este articulo
miércoles, 25 de julio de 2012
LA REALIDAD NOS DEMANDA CAMBIAR
por Mario
Hernández*
La
realidad es terminante… 50 % de los alumnos que no aprueban espacios en la
escuela secundaria, lo hacen por Ciencias Naturales, Matemáticas y Ciencias
Sociales. Las estadísticas recabadas por los Ministerios de Educación a lo
largo y ancho del país son terminantes en los números, que fluctúan alrededor
de esas cifras en la mayoría de las jurisdicciones. En algunas de ellas, las
Ciencias Naturales son desplazadas por Prácticas del Lenguaje, en otras
Construcción de la Ciudadanía desplaza por milésima a las Ciencias Sociales, en
otras escuelas Matemáticas corre codo a codo con Física o Química, pero en todas
el problema es el mismo.
¿Qué está pasando en la escuela? ¿Cuál es nuestra responsabilidad en el
resultado final al que responden éstas cifras? ¿Qué está sucediendo que no
alcanzamos a comprenderlo? Nosotros los docentes ¿no nos merecemos una
explicación? ¿Quién mejor que nosotros puede buscarla y darla?
La primera pregunta que surge, está dirigida a identificar la raíz del
problema. Y en la gran mayoría de los casos, cuando somos docentes en ejercicio
los que comenzamos a interrogarnos respecto, encontramos que casi con
unanimidad coincidimos en que el destinatario de la culpa para que algo así
ocurra, es el alumno que, definitivamente, no responde al perfil adecuado para
transitar con éxito los trayectos escolares. Las discusiones y avances sobre el
problema se centran entonces en el análisis de las conductas, comportamientos,
personalidades y condiciones sociales/ambientales de los mismos y en raras
ocasiones, muy raras, cambiamos la mirada y sesgadamente la centramos en
nosotros mismos. Algo por cierto muy difícil de lograr. ¿Estamos en condiciones
de siquiera pensarnos de otra manera? ¿Podemos aceptar que parte de esta
realidad que nos toca vivir diariamente en el aula puede provenir de nuestras
prácticas en ella?
La escena se repite diariamente en nuestras aulas: alumnos que deambulan
sin registrar siquiera que nosotros estamos en ella, que charlan entre sí, sin
que les importe si estamos hablándole al resto del curso, abulia, aburrimiento,
desidia. Celulares que distraen, música que no sabemos de dónde sale, y ahora
una herramienta didáctica que se transforma en otro elemento de distracción:
las netbook, etc.… etc.… etc. Todo esto genera una molestia continua, a veces
inmanejable, que nos produce tensión, impotencia y en el mejor de los casos la
sensación que solo huyendo del aula podremos cambiar la situación en la que
estamos metidos. Es eso… o aceptar la situación sin hacer
nada.
Escuchamos continuamente la opinión de nuestros colegas con expresiones
casi unívocas: “No quieren estudiar, no les interesa nada, molestan todo el
tiempo. Son vagos, no quieren estar en la escuela, solo vienen a perder el
tiempo, no hacen nada y no dejan hacer, molestan a los compañeros. No respetan
nada. No me respetan a mi. No se comprometen, no tienen futuro, no tienen
ganas. Vienen a perder el tiempo. Están en otra cosa, en otro lado” Hacemos
este diagnóstico y luego la inevitable comparación “Antes no era así, no
hacíamos esto o aquello, en mi época estudiábamos, si no estudiábamos nos
sancionaban, antes no nos daban tantas oportunidades, antes éramos responsables.
Antes éramos diferentes.” Por supuesto que éramos diferentes… todo era
diferente.
¿Cuántas
cosas han cambiado en los últimos veinte años? El mundo se ha transformado
radicalmente en éstos últimos años. Hábitos, costumbres, comportamientos,
conductas individuales y colectivas, formas de hacer, decir y comportarse. Ha
cambiado la forma de ver el mundo, de ver a los otros, de verse a sí mismos. Ha
cambiado la forma de acceder a la información, la forma de generarla, la forma
de procesarla. Indudablemente todos nosotros cambiamos al ritmo de esas
transformaciones. Sería imposible vivir sino. Entonces… ¿qué nos hace pensar
que los/as alumnos/as se van a comportar como lo hacíamos nosotros? ¿qué nos
hace pensar que tienen la misma visión del mundo, del comportamiento, del
trato con el otro que teníamos nosotros a su edad? ¿Cómo esperar que adquieran
nuestro “cómo se debe ser” o nuestra idea de “como se deben comportar o deben
tratarnos o tratarse ellos entre sí ”si no ven lo que vemos nosotros. O peor,
ven lo que les muestra la televisión, internet, los reality y las redes
sociales? ¿No será el momento que tratemos nosotros establecer ese “puente
hacia ellos”, que el vértigo de nuestra sociedad y un sistema económico y
social que prima nuevas jerarquizaciones a ciertos valores sociales, se encargó
de romper? ¿No será el momento de preguntarnos como cruzarlo, y si no existe
tal puente, de cómo intentar construirlo? Todo ha cambiado… pero ¿Y nosotros
pudimos hacerlo?
No es una crítica, es una reflexión,
una de tantas que surgen si nos detenemos un segundo a pensar sobre lo que les
pasa a nuestros alumnos y nos pasa a nosotros en el aula. Las invitaciones que
realizan las instituciones para generar espacios de reflexión sobre la práctica
profesional, muchas veces fracasan frente al tema de la convocatoria “¿otra vez
a charlar sobre lo mismo? ¿cuántas veces lo hablamos? ¿cambió algo
desde entonces?” O si finalmente se concretan, con un número escaso de
participantes (generalmente son siempre los mismos), naufragan frente a la
imposibilidad de lograr una autocrítica profunda que realmente modifique, no
tanto la práctica en sí misma en forma inmediata, sino el lugar desde dónde se
analiza el problema, primera condición para buscar coincidencias para iniciar el
camino a los cambios concretos. Los espacios sirven muchas veces como catar
s i s de exper i enc i as personales, los devaneos y reflexiones sobre la
reali dad socio-económica sirven para explicar superficialmente, ciertos
aspectos de la realidad áulica, pero son insuficientes para completar,
entender e involucrarse en la comprensión de un escenario difícil de habitar
como es el aula en la actualidad. La posibilidad de intercambiar ideas,
ayudarnos en la práctica diaria, aconsejarnos mutuamente, compartir
herramientas didácticas y lograr diseñar dispositivos para pensarnos frente al
aula y aprender juntos a desplegar estrategias que nos ayuden, es en definitiva
la manera tratar de construir ese puente para llegar a ellos… si lo hacemos,
probablemente ellos, nuestros alumnos... ¿regresaran a las
aulas?
Publicado en el semanario KUANIP N° 142 –
Junio 2012 de Ushuaia (Tierra del Fuego)
miércoles, 11 de julio de 2012
DIA DE LA INDEPENDENCIA : Reflexion
Cuando hablamos de Independencia, lo hacemos desde nuestro lugar histórico.”
a) ¿Cómo lo vemos?
El 9 de julio, así como otras fechas consideradas “patrias”, conmemora un evento histórico relevante para el proceso de constitución de la Nación argentina. Pero la mirada que damos cada año sobre este momento, por el efecto de alejamiento o indiferencia que produce en las generaciones más jóvenes, parece indicarnos decisiones desacertadas. Y parecen errores sobre aquello que resaltamos de la mencionada fracción de línea de tiempo de este proceso, que persisten aún hoy. Semejante acontecimiento de peso innegable para nuestro presente y nuestro futuro, se vuelve cada vez más extraño para los miembros de nuestra sociedad.
Proponemos abordar esta conmemoración como un ejercicio de memoria social. La construcción de la memoria de un colectivo implica asumir una serie de signos, cuyo sentido fue constituido y aceptado por sus integrantes. Pero que a la vez mantiene abierta la opción de sumar nuevos signos, asociados, complementarios de esa base sígnica inicial, que colaboran para ajustar esa apreciación del mundo, de esa época a nuevos contextos. De esta manera, logra resignificar el valor que estos signos proveen a esa comunidad: su relevancia histórica, o como proceso abierto que se complejiza por la profundización de nuevas perspectivas e implicancias del mismo.
La memoria es un dispositivo de control social. A través de ella se regulan las interpretaciones de hechos pasados, se posicionan personajes y líneas ideológicas, se proporciona material que orienta las miradas que sobre ese hecho, puedan hacer otros que no son integrantes de la comunidad a la que se vinculan esos hechos sucedidos. La memoria permite discutir los límites de lo que sobre ese evento se puede o no decir. Existe una considerable tensión que sujeta las bases del recuerdo. Tensión que se expresa en relaciones de poder, que definen imposiciones de sentidos de ciertos grupos y sus intereses, por sobre otros, cuyos intereses fueran diferentes. La convivencia de multiplicidad de sentidos es posible, asentados sobre una misma cadena de signos que permiten el pensar, porque son el uso y la experiencia los que incrementan su significación, según Peirce.
Ofrecemos herramientas para llevar adelante una actualización de este acontecimiento. Esto implica abandonar los modos de mostrar el 9 de julio de 1816 como un boulevard, lleno de marquesinas iluminadas, atestadas de héroes de bronce que miran desde una vidriera, impolutos, seres artificiales que “dieron su vida por la Patria ”, saturados de valentía y gestos de arrojo. Dejar de pensar en el valor de lo pasado como muerto, cerrado, definitivo. Ni en una galería de arte que uno se ve obligado a mirar las glorias del pasado, ajenas a los observadores.
b) ¿Qué entendemos del hecho nosotros?
Lo que queremos mostrar y actualizar, del hecho que se analiza, debemos hacerlo atendiendo la construcción de la memoria social. Esto es, la construcción compartida y colectiva de sentidos producidos por una comunidad para buscar comprender la realidad de un mundo que lo rodea y lo alberga. Sus integrantes están situados dentro de redes de relaciones que los condicionan y los posicionan para un diálogo consigo mismo y con los demás, con los Otros que viven en esta gran aldea global. De esta manera introducimos a quienes no forman parte estrictamente de una comunidad, y por ende, que sostienen una versión de sentido construido. Aparecen varias comunidades que defienden sentidos, existiendo y conviviendo.
Un elemento que creemos necesario visibilizar y discutir, para comprendernos, dentro de las tensiones y discusiones que nos acompañan desde aquella época es el carácter múltiple de nuestra sociedad. Fueron varios intentos, aunque tibios, de mostrar en este último tiempo, a través de diferentes productos culturales (la película sobre San Martín denominada Revolución, por ejemplo) un panorama inclusivo de la diversidad cultural (étnica) durante los hechos vinculados con esa campaña independentista. Nos obligan a recalibrar la mirada, a reconfigurar el sentido de ese hecho, a la luz de otros actores involucrados: la independencia no era solo para los criollos, sino para los negros y los originarios que se sumaron a la campaña propuesta por San Martín. No hacerlo y seguir sosteniendo una interpretación “de bronce” de este momento histórico es negarnos la posibilidad de una auténtica independencia: debemos liberarnos de los encubrimientos, de ciertas cegueras, para la construir una memoria social inclusiva y justa.
No somos todos iguales, ni tenemos las mismas perspectivas de análisis. Un intento de homogeneizar y priorizar una sola manera de contar la Historia , desgrana y enfrenta a quienes formamos una comunidad tan diversa como la nuestra. Pero, una vez identificados los actores, antes enmudecidos, el sentido de lo que sobre ese hecho se construye no puede permanecer como antes de ese cambio de panorama. Y, de esa manera, nos enfrentamos a una tarea permanente de revisión de lo que implicó el proceso de independencia que marca esta fecha del 9 de julio.
c) La Proyección : ¿cómo ese elemento mostrado se pone en práctica, cobra vigencia, en un futuro (in)mediato?
La relevancia de seleccionar el aspecto de independencia, con respecto a los demás involucrados en este evento, pasa por comprenderla como un proceso inconcluso, permanente. Desde la memoria y con la historia, miramos el futuro. Buscamos poner en evidencia las relaciones con otros factores esclavizantes del hombre de nuestros tiempos: la discriminación, el ataque al medio ambiente, el poder por sobre la dignidad, el beneficio de unos pocos en desmedro de la mayoría.
No hay decisiones ingenuas cuando narramos la historia: son decisiones ideológicas, que ponen en juego sentidos y que disputan poder (de legitimación, de preponderancia) de los intereses de los grupos que los ponen en circulación. Así, apostar por determinados autores, líneas científicas que analicen la Historia y narrarlos desde nuestros contextos temporales, sociales y culturales, tendrán un valor agregado en el recuerdo del sentido que sobre ese hecho hemos elaborado.
Recordar el 9 de julio será entonces un ejercicio de memoria que como diría Galeano “es un profeta con la mirada vuelta hacia atrás: por lo que fue, y contra lo que fue, anuncia lo que será”.
Articulo escrito por:
Prof. Javier O. Ríos Solís y la Prof. Camila Rinaldi
Programa de Interculturalidad –Subsecretaría de Interculturalidad y Plurilingüismo Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología de la pcia. del Chaco
Suscribirse a:
Entradas (Atom)