domingo, 23 de septiembre de 2012



Octubre: Una invitación a leer la conquista de América  de Todorov T.

Prof. Adrián Almirón

     Durante la década del setenta en la Argentina, se produjo un denso debate en torno a la  “Conquista del  Desierto”,  si el proceder de este hecho  era justificado o si debía ser revisado por las características que asumió la campaña.  Por su parte los gobiernos militares  tiempo después vanagloriarían este hecho histórico, dado que su presente,  a partir de 1976,  no era muy diferente a ese pasado que estaban rememorando, había que lidiar con un problema: el subversivo.  Durante la campaña del desierto, este se llamo indígena.  Hay muchas claves de la época que nos pueden brindar una aproximación a estos acontecimientos,  nos parece apropiado en este caso, no traer  a citación una frase de un militar o un político representativo de la época, sino un actor  del mundo intelectual como José Luis Borges.

En una entrevista a la revista 7 Días de abril de 1973
Borges respondía la siguiente pregunta:

Periodista.- ¿Quién mató a los indios en la Argentina?
Borges.- Entre otros, mi abuelo.
Periodista.- ¿Y usted justifica el exterminio de los indios? ¿La forma en que procedió su abuelo?
Borges.- Bueno, creo que nosotros hicimos bien en liberarnos de los españoles. España era un país en decadencia (…) por lo tanto la guerra de independencia se justifica. Algo parecido sucedió con los indios. Asaltaban las estancias y había que defenderse. Miren, mi abuelo fue jefe de las tres fronteras: Norte y Oeste de Buenos Aires, y Sur de Santa Fe. Mi abuela lo acompañó cuatro años y tuvo ocasión de conversar con Catriel, con Pincén, con muchos caciques: eran bárbaros; no sabían contar más allá del cuatro. La guerra contra los indios fue cruel de ambos lados. Pero los españoles primero, y los que conquistaron el desierto después, representaban la cultura. (…)
Periodista.- ¿Entonces, existiría una violencia permitida (por ejemplo, la que se empleó contra los indios) y otra condenable como la que le adjudica a sus enemigos?
Borges.- Si la violencia se utiliza en nombre de la cultura, la admito. Si no, no. Por eso creo que, con todo, los soldados de la conquista del desierto peleaban por una cosa más justa que los indios, que lo hacían por nada. Pero me pregunto, ¿por qué insisten tanto en un tema tan exótico como el de los indios?¡Ustedes parecen bolivianos!

    Uno podría hacer muchas conjeturas  y hasta cuestionarlo duramente a Borges, pero todo lo pensado por él, en realidad forma parte de una época como la que se estaba llevando adelante  una revisión  de los hechos históricos.  Sin embargo, creemos que lo que sustenta el hilo conductor del pequeño fragmento de entrevista a Borges es el completo desconocimiento del otroA Borges la otredad indígena era similar al salvajismo,  la barbarie misma, a la cual es mejor someter por la fuerza hasta el exterminio antes que poder comprenderlo.  No hay duda que parte de esta comprensión era una justificación llevada adelante por su parentesco, no obstante, hay en esta idea generada en Borges una suerte de silenciar dicho acontecimiento histórico. Si bien es cierto, la conquista del Desierto no es un acto fundacional para nuestro país (como otros genocidios si lo fueron), es interesante  de que la conquista fue el final de un relato de fuerza y pugna que se había llevado desde hace tiempo, desde la formación del virreinato mismo a través de alianzas, pactos y acuerdos.

   El hecho interruptor de este caso fue la conquista del desierto llevada adelante por Rosas en el Sur de Buenos Aires. No obstante la apariencia de una paz, en realidad formaba parte de las estrategias de un poder nacional que no se terminaba de consolidar. Por ello es interesante pensar, el pacto-acuerdo-colonización-misiones como un fenómeno propio de la guerra entre la cultura blanca y los indígenas. Sin embargo, dado que conocemos el derrotero que tomaron los  hechos, nos queda la pregunta de cómo podemos rastrear el fenómeno de la relación con  ese “otro”. Indudablemente el etnocentrismo que se  comienza a dibujar  en los cuerpos indígenas con una cultura cristiana-occidental, llega con los pies de Cristóbal Colón. Tal vez América Latina ya fue capturada en las palabras de Rodrigo de Triana “Tierra a la Vista” para ser transformada.
    Una  obra que nos parece apropiada para problematizarla en el aula con los chicos/as es el trabajo de Tzvetan Todorov, “La conquista de América. El problema del otro”,  obra que se ha convertido en un clásico para abordar este tipo de temáticas. El trabajo representa  una sistematización  de la ocupación de América, pero asimismo comienza a  preguntarse por las relaciones culturales que se establecieron entre ambos grupos. Obviamente la posición central en su tejido narrativo, se posicionara en lo que hicieron el conjunto de nosotros a esos otros.  
   
    El capítulo de la obra que contiene mayor riqueza,  puede presentar es el titulado  El conocer. Allí el autor expone de forma magistral las problemáticas para tratar sobre la alteridad y deja un esbozo del esfuerzo realizado por Bernardino de Sahagún. Todorov deja abierta la interpretación sobre el trabajo realizado por este franciscano   de recolección de información sobre  los indígenas, el estaba comenzando un diálogo casi de igual a igual con estos actores.  De acuerdo a Todorov en su  gran recolección de información,  encuentra una polifonía de voces.  Esto implica desde una posición aun etnocéntrica, conocer al otro.  

    No obstante el derrotero de la obra también nos habilita a pensar  en clave otros mecanismos de conquista sobre los indígenas, además de las armas, enfermedades, pactos con tribus enemigas; el autor  pone en juego la comunicación como un rol decisivo en la victoria de un espacio sin nombre, al cual con el tiempo llamaremos americano. Una marca permanente que lleva la naturaleza  y la geografía,  se evidencia en este caso el poder de imponer nombres  a  espacios que previamente tenían identidad.  Sin embargo el primer asentamiento no se da con las ciudades o los pueblos sino con el croquis pensado para establecerse,
Todorov menciona  en su epilogo

Reconocer la superioridad de los conquistadores en tal o cual punto no significa que se los elogie; es necesario analizar las armas de la conquista si queremos poder detenerlas algún día. Porque las conquistas no pertenecen solo al pasado. ( p 302)

   La advertencia al final de su obra, nos deja a pensar en cómo podemos reconstruir nuestra imagen con el otro. El diálogo en todo este proceso es clave y si bien desde las aulas no cambiamos de forma automática los problemas sociales de la actualidad, el tratamiento de estos con los chicos/as nos habilita a construir espacios de discusión y debate, para minimizar argumentos colonizadores y sobre todo poder repensar y dejar de lado, las voces justificadoras,  para que no retomen el espacio público ni el mundo intelectual.