Reflexiones en torno a la Shoa : Problematizar a la historia a partir de Enzo
Traverso y Dominik Lacapra
Adrián Almirón
Durante el siglo XX el proceso conocido como la Shoa o Holocausto ha transformado la humanidad de
forma absoluta. Muchos fueron los interrogantes filosóficos, políticos y
epistemológicos que se realizaron tras descubrir que el proyecto moderno había
facilitado tremendo hecho sobre la comunidad judía. Los caminos que se abrieron
en torno a este hecho generaron interrogantes de cómo plantear la investigación
científica sobre este hecho en particular. Fue
Raphael Lempkin quien en 1943
forjo el concepto de genocidio pensando en el caso armenio, este fue un jurista de origen judeopolaco exiliado en
Estados Unidos y en 1948 este concepto es tomado por la ONU en una resolución extremadamente
sintética tendiente a definir y a perseguir una serie de actos que la corte
Penal de Nuremberg ya había incluido en su estatuto, tres años antes, bajo la
categoría de “crímenes de lesa humanidad”.
Desde la publicación del concepto de genocidio, ha
generado múltiples interpretaciones de diversos procesos contemporáneos e
históricos para asimilarlos a la Shoa. También
esto llevo a la discusión de los particularismos y la universalidad que tiene la Shoa , esto hasta el día de hoy propone fuertes
revisiones en torno a cómo debemos entender los procesos históricos.
Uno de los inconvenientes que presento este concepto fue su carácter
extensivo.
Enzo Traverso
en su obra “La Historia
como campo de Batalla” el autor problematiza diversos aspectos que son
centrales para abordar el siglo XX y entre ellos la Shoa es uno de los puntos
centrales, en este sentido Traverso sostiene que Lempkin al hacer extensivo su
concepto sobre genocidio asimila a
procesos como etnocidio y la depuración étnica, poniendo en un mismo plano el
exterminio físico, la destrucción de su identidad cultural y su deportación. Asimismo la resolución de 1948, define al
genocidio de manera reductora, excluyendo de su ámbito cualquier violencia de
naturaleza puramente política.
Por otra parte, sostiene Traverso que para el historiador
entender estos procesos, le cabe la responsabilidad de no formular sentencias
de culpa o inocencia, sino tratar de interpretar una época y unos
acontecimientos, problematizándolos, reconstruyendo su perfil, captando sus
causas y su dinámica, penetrando en el universo mental de sus actores.
En la actualidad el concepto ideado por Lempkin a
generado discusiones, reinterpretaciones de procesos que no fueron considerados como tal, en nuestro país
Daniel Feierstein ha reelaborado
e interpretado nuestro pasado reciente, posibilitando la comparación entre el
régimen Nazi y el gobierno militar.
Si bien, muchos sostienen que las distancias son innumerables,
la principal problemática tratada por Feirstein es el genocidio como practica
social, como un elemento más dentro de la configuración de la sociedad moderna,
de allí que podríamos pensar en Loic Wacquant
con sus aportes sobre los guetos o en Yehuda Bauer cuando define que otros procesos de matanza en donde estén
implicados fuerzas centrípetas de poder pueden ser consideradas como
genocidios, aunque el caso nazi con la comunidad judía debe ser considerada
como un genocidio de carácter total.
Atendiendo a las aclaraciones que realiza Bauer, comprenderíamos con
mayor facilidad los trabajos realizados por Diana Lentón prestigiosa
investigadora del CONICET que trata sobre
el proceso genocida en Patagonia.
No obstante las investigaciones de este tipo en donde
se trabaja con matanzas, exclusión, segregación y discriminación generalmente
se deben trabajar con fuentes personales o
relatos orales, dado que las fuentes oficiales tienen un relato sesgado sobre los procesos
estudiados. No obstante hay un problema que todo historiador de estos procesos debe
tener presente a la hora de llevar adelante estas investigaciones que Dominik
Lacapra lo presento en su libro “Historia en tránsito”, y es el trauma.
Este se presenta para el historiador como un elemento central a tener en cuenta a la hora
de generar su producción histórica,
LaCapra menciona
En el trauma histórico, el acontecimiento es puntual
y datable. Esta situado en el pasado. La experiencia no es puntual y tiene un
aspecto evasivo porque se relaciona con un pasado que no ha muerto: un pasado
que invade el presente y puede bloquear o anular posibilidades en el futuro. La
denominada memoria traumática traslada la experiencia del pasado al presente y
al futuro al revivir o reexperimentar compulsivamente los acontecimientos, como
si no hubiera distancia alguna ente el pasado y el presente (p. 83)
Atendiendo a esto, el historiador debe tener presente
que la conformación de este tipo de experiencias traumáticas también lo afectan
al investigador, pudiendo no solo
adoptar una posición de empatía absoluta y alejarse de estos procesos que
Traverso mencionaba como necesarios para dar un sentido lógico al relato, sino
que el relato o las diversas experiencias pueden traumatizar al propio
investigador. Un poco de esto, se encuentra reflejada en la película independiente titulada Holocausto, en donde
un muchacho tras diversos relatos de sobrevivientes de campos de concentración,
decide convertirse en un judío y termina el film perdido en la ciudad con la vestimenta que se
usaba en los campos de concentración.
Aunque esta película resulta incoherente y tediosa por momentos, refleja en
cierta forma lo mencionado por LaCapra.
No obstante el
autor también advierte que el trauma puede generar un origen en torno a un
presente:
El trauma fundante puede ser la vía para que un grupo
oprimido o una persona abusada reclamen su historia, se adueñen de ella y la
transformen en fundamento vital más o menos posibilitador en el presente. Pero,
dado que empuja a la fijación obsesiva en antiguos padecimientos o dinámicas
dudosas, y hasta induce a la re actuación compulsiva de estos, el trauma puede
socavar la necesidad de llegar a un acuerdo con el pasado de una manera que
atienda constructivamente las demandas y posibilidades existenciales, sociales
y políticas del presente (p. 85)
De esta forma el trauma es clave no solo para
entender el pasado sino también para comprender el presente, dado que los
hechos trascienden la línea temporal y se encuentra en constante movimiento no
solo en los protagonistas, sino también en los hijos, nietos o la comunidad en
general.
Por todos estos motivos, describir procesos que tiene
tamaño contenido histórico es difícil de abordarlos, dado que la disputa
simbólica en la construcción de los relatos es
determinante para configurar nuevos relatos en el presente.
Desde esta mirada quizás se pueda comprender análisis
drásticos y provocadores como los de
David Irving o en nuestro país el ultimo recientemente de Marcos Aguinis comparando las juventudes
Hitlerianas con la Campora , estos intelectuales orgánicos representan lo
que no se debe cuestionar, los que
intentan callar y apaciguar al trauma social de determinados grupos sociales
abusados por el poder.
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